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| Bryan Alvarez Arenas Piscis972009@hotmail.com |
La cultura, es omnipresente y todos los seres humanos que han crecido en sociedad tienen una cultura, mezclada por supuesto con su propia individualidad y con los valores con los que han crecido. La cultura, sin embargo, es colectiva y cambia de un grupo a otro, así sea algo imperceptible para muchos. La era de la globalización a afectado todas las actividades diarias de los peruanos, escuchamos música extranjera a full y música nacional como un vals, un huaynito, un yaraví ya muy poco pues si escuchas eso “no estás en onda” con tus semejantes: ósea tu grupo y tu mancha de amigos.
La cultura nacional no se vende, así de simple no valoramos lo nuestro, preferimos lo de afuera porque nos da otro estatus, otro nivel y nos sentimos a gusto con ello. Es así que de forma progresiva se va perdiendo identidad cultural, ya no cantamos el himno, ya no nos podemos nuestra escarapela en fiestas patrias, y nos avergonzamos del idioma de nuestros incas: el quechua, etc. Es decir, en pocas palabras ya no tenemos amor por nuestra cultura.
Marco Espinoza, egresado de educación de la universidad Jaime Bausate y Mesa, considera que una forma de cambiar esta enajenación colectiva que estamos sufriendo es con la educación. Una buena educación impartida en el colegio, en el cual se aborde los temas culturales como símbolo de pertenencia a una cultura que tiene costumbres propias, idioma propio, formas de expresión encantadoras. Se podrá formar ciudadanos que sientan amor por lo suyo primero y después amor por lo que viene de afuera.
Nuestra industria cultural es pobrísima, existe poca publicación de libros, pocas actividades culturales. Sin embargo, los organizadores de los mismos no cuentan con suficiente capital económico para solventar los gastos que demanda realizarlos. Mas aun con esas grandes dificultades siguen realizándolos pues es su pasión y no dejaran de hacerlo.
La cultura forma parte de nuestra vida diaria, y es una forma de resistencia para poder evitar que se nos impongan otros valores, otros pensamientos diferentes a lo que nuestra sociedad requiere. Además de contar con una historia alucinante y sitios que parecen salidos de cuentos de hadas, se enorgullece de tener una gastronomía impresionante, variada y llena de color y sabores. Y por si esto fuese poco, su división en costa, sierra y selva nos ofrece una variedad cultural que lo convierte en un país lleno de matices y de encantos que siempre sorprenden y enamoran.

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